Violencia de género: de miedo y esperanza

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El otro día mi hija y yo estábamos de risas en la cama cuando de repente me hizo una pregunta seria e importante, nada corriente en una niña de 9 años: “mamá, ¿qué es la violencia de género? ¿Cómo voy a saber si un hombre es bueno o no? ¿Cómo voy a encontrar yo un hombre bueno como Papá?” Más allá de mi asombro inicial y de las respuestas que entre su padre y yo le dimos, hubo un pensamiento que se quedó rondando en mi cabeza, “¿cómo puedo proteger a mi hija?”

No sé si antaño no ocurrían apenas cosas como las que ocurren hoy en día o simplemente que no teníamos tanta información ni tantas noticias al respecto.

¿En que se está convirtiendo esta sociedad? Vamos hacia atrás en vez de hacia adelante. Hoy en día, los medios de comunicación vomitan a todas horas sucesos desagradables, violaciones, asesinatos, secuestros, violencia de género, y trocean y analizan ad nauseam los hechos, las vidas de las víctimas, el antes, el durante y el después, generando una corriente de sensacionalismo y proveyendo carnaza para tener entretenida a la “plebe”, como pasaba en tiempos de la antigua Roma, panem et circense … estómagos llenos y diversión morbosa…

Y de ahí sus preguntas…

Se genera el miedo, ese miedo que, sin querer, trasladamos a nuestros hijos cada día, previniéndolos de esto o de aquello, porque da la sensación de que este mundo está loco y pudiera parecer que uno solo está seguro en su casa o quizá ni si quiera en ella. Luego a los padres y a las madres de hoy en día nos dicen que somos unos exagerados, que somos unos “padres helicóptero” que orbitamos constantemente alrededor de nuestros hijos por miedo a que cualquier peligro les aceche en el parque, en la puerta del colegio, en el camino a casa…

En realidad, sé que este miedo nunca desaparecerá y que, incluso, irá aumentando proporcionalmente a las velas que soplen mis hijos en sus cumpleaños, porque cada vez será menor el alcance de mi protección, porque no podré llegar a todas partes, ni estar presente en cada momento de sus vidas, porque no podré apoyarlos en todas aquellas situaciones y peligros a los que tendrán que enfrentarse.

Creo que una buena forma de protegerlos es intentar darles unos buenos valores para hacer de ellos personas fuertes e independientes, capaces de pensar por sí mismos. Pero, ¿qué va pasar con el resto de las personas con las que se crucen en su camino? Porque, ¿qué pueden hacer los valores contra un pedófilo, contra un conductor que arremete contra todos los que van paseando por una rambla, contra una… “manada”?

Quiero tener esperanza, porque también veo como la sociedad se une y levanta su voz contra todas estas injusticias… pero hacen falta más voces, más educación, más justicia, más humanos y no tan sólo “seres”…

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