Si bien es cierto que los resultados electorales por escaso margen otorgan una mayoría parlamentaria en escaños, que no en votos, al llamado bloque independentista, o conjunto de partidos que apoyaron la DUI y proclamaron la república catalana, la formación de un gobierno estable es bastante más complicada que en la situación anterior tras las elecciones de 2015.
Los independentistas señalan, con razón, que podría ser incluso más fácil pues tras el 21D la suma de JxC y ERC da 66 diputados y supera al bloque no independentista con 65, por lo que no se necesita de la CUP más que una abstención y no su voto favorable. Sin embargo, a nadie se le escapa, aunque muchos no lo digan, que entre los independentistas hay 19 diputados que están siendo investigados judicialmente, de los cuales 4 están en prisión provisional y otros 4 en Bélgica. Si estos 8 diputados, o más si avanzan las investigaciones, no pueden votar y tampoco pueden ser investidos, podrían perder su aparente mayoría, pasando de 70 a 62 y siendo menos que los 65 no independentistas.
Sí, es triste, muy triste, que haya diputados catalanes en prisión o fuera de España para no ser detenidos, pero más triste aún es que gobernantes vulneren las leyes, tengan que ser investigados y sigan encabezando las listas a pesar de que se les imputan gravísimos delitos, como pasó por ejemplo con el GIL en Marbella. Los independentistas sabían el riesgo que corrían, a la vez que aprovechaban el tirón electoral del victimismo, que todo tiene sus pros y sus contras. En función de estos resultados se plantean tres escenarios posibles:
1.- JxC y ERC comprenden que con un 47% de apoyo electoral no se pueden cambiar las reglas del juego y mucho menos implementar una república, sin apoyos internacionales y endeudada hasta las cejas, por lo que plantean una tregua de dos o tres años, se comprometen a derogar las leyes de desconexión y a acatar las resoluciones judiciales, salen de prisión y vuelven del extranjero, y gobiernan Cataluña como lo que es, una comunidad autónoma española. Muy improbable, a tenor de las declaraciones de estos últimos días.
2.- Los independentistas siguen en sus trece, sin reconocer la realidad, pierden la mayoría en el parlamento por culpa de los imputados, y el bloque constitucionalista es capaz de construir un gobierno de concentración nacional, por ejemplo con Iceta como presidente, con Domènech como vicepresidente, y con Ciudadanos y PP fuera del gobierno catalán pero con su apoyo parlamentario. Muy improbable, y un gran sacrificio para Inés Arrimadas, la ganadora de estas elecciones en votos y escaños.
3.- Si no salen adelante ni la primera ni la segunda opción, y menos aún otras todavía más fantasiosas como un gobierno presidido por Arrimadas o una alianza transversal entre las izquierdas que incluya a ERC y PSC, el tercer escenario inevitable sería una repetición de las elecciones en primavera. Una pésima solución, sin duda, porque todavía agravaría más el conflicto, la incertidumbre económica y la fractura social, pero segura y desgraciadamente la más probable si repasamos las posiciones políticas de los protagonistas.
Bon Nadal.