Roberto Saviano, el héroe que se siente villano

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Me encanta Saviano, cómo imaginaréis. Es lo que me ha decidido escribir este post, a modo de reconocimiento. Desde que leí el archiconocido Gomorra (2006) quedé prendado de su trabajo. Especialmente de la crudeza con la que retrata el narcotráfico, no sólo en el sur de Italia, sino también en el resto del mundo, cómo ha ido plasmado en sus últimas obras. Sus investigaciones -además de condicionar el resto de su existencia- han resultado fundamentales para que la Interpol, la DEA o la Fiscalía Italiana atraparan a los principales capos de la droga, pero sobretodo han arrojado luz para entender la idiosincrasia de estas organizaciones.

Siempre me ha gustado el periodismo de investigación -gente como Jon Sistiaga o Antonio Salas- y Saviano, por supuesto, ocupa un lugar principal en esta lista. Realmente todos aquellos periodistas de investigación que se juegan su vida para contar una historia merecen mi admiración, aunque cuánto me guste cada uno sea diferente.

Uno de los grandes retos de todo periodista que plasma su investigación en un libro es dotar de identidad a realidades y datos fríos. No es una tarea fácil, y es lo que separa al periodista que escribe del escritor que narra y permite entender realidades lejanas. En su último libro CeroCeroCero (2014) Saviano consigue mezclar con maestría literatura y realidad, posibilitando que el lector entre en la cabeza de los capos y las dinámicas de la droga creando una narración que atrapa hasta el final. Es una novela redonda, que encumbra a Saviano cómo creador literario y desata todo el potencial de una pluma afilada, altamente recomendable.

Os cuento toda esta historia de Saviano porque para mí, igual que para muchos, Saviano es un héroe. Alguien que ha arriesgado su vida voluntariamente para destapar una de las grandes miserias de este mundo. Pero el no se siente así. Más bien todo lo contrario. En una entrevista concedida al diario El País en 2014 afirmaba »tal vez podría haber hecho lo mismo, con el mismo compromiso, con el mismo coraje, pero con prudencia, sin destruirlo todo. Pero he sido impetuoso, ambicioso, y me he arruinado la vida. Mi drama interno es: podría haber hecho todo esto pero sin poner en riesgo todo».

Es la otra cara del éxito, la de un error en un momento determinado que acaba marcando tu vida y la de la gente a la que involucras. Especialmente de la gente a la que -imprudentemente- involucras, deduzco. Un error que -aprisionando cada esfera de su vida- sirve para engrandecer su leyenda al tiempo que lo humaniza. Paradójico, ¿verdad? Cómo su obra misma.

Foto: Bernardo Pérez

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