Hay ocasiones en que determinadas experiencias por las que pasamos a lo largo de nuestra vida, nos llevan a tomar la parte por el todo, especialmente cuando la vivencia o acontecimiento en cuestión no es precisamente agradable sino más bien al contrario. Pues bien, no es este el caso de quien suscribe, ante otro lamentable episodio más de homofobia, sufrida en mis propias carnes durante este pasado fin de semana.
Les pongo en situación. Con motivo de la conocida como Luna de Sangre del pasado viernes por la noche, me propuse disfrutar de tan espectacular e insólito fenómeno de la naturaleza, en compañía de PX, un amigo de hace muchos años y con quien conservo una intensa relación de amistad y afecto, cuando de pronto, en mitad del esperado eclipse lunar, nos abordó súbita y agresivamente una mujer de nacionalidad rusa, reprendiéndonos, insultándonos virulentamente, señalándonos por el mero hecho de encontrarnos disfrutando abrazados, dos personas del mismo sexo, de una noche de eclipse lunar.
Numerosos agravios se espetaron hacia mi compañero y hacia mismo, tales como “no os da vergüenza” “mirad lo que estáis haciendo en público” “iros a vuestra casa de una vez” o “fuera de aquí, a esta playa no vengáis, maricones”, entre otros. Miedo y escarnio sufrido en nuestras carnes durante unos minutos que difícilmente podremos olvidar, pero ante el que no pudimos sino permanecer incólumes e impertérritos reivindicando nuestra dignidad e integridad, invitando respetuosamente a la mujer en cuestión, a que cejase en su empeño de vilipendiarnos, depusiese su actitud y se marchara.
¿Es que acaso no tenemos, dos personas del mismo sexo, el mismo derecho a disfrutar en público de una velada contemplando el eclipse lunar, al igual que hacían muchas otras parejas heterosexuales y pudo hacer tan intolerante e irrespetuosa mujer? La respuesta es obvia. No obstante, no se trata únicamente de un lamentable caso aislado vivido durante este fin de semana, el problema va mucho más allá. Se trata de una manifestación más, de la escalada de la homofobia, el odio y discriminación, latente y existente en nuestra sociedad.
Nos encontramos pues, ante una preocupante paradoja. Mientras que por un lado, celebramos con orgullo los pasos hacia adelante en el camino hacia una sociedad más diversa, plural y comprometida con los derechos de las personas LGTBI, cuya máxima expresión son los avances legislativos en materia de reconocimientos de las personas LGTBI, cuya máxima expresión encontramos en la Ley de Identidad y Expresión de Género aprobada durante el pasado año en las Cortes Valencianas o la Ley valenciana de Igualdad de las personas LGTBI que se está tramitando en estos momentos en Les Corts Valencianes. Por otro lado nos encontramos con que persisten los prejuicios, el odio y las agresiones hacia otras personas, por motivo de su orientación sexual e identidad de género.
Una realidad demoledora, un auge de los delitos de odio, al que no podemos dar la espalda desde ningún ámbito. Pues es desde la educación en la igualdad y la diversidad donde cabe hacer hincapié, pero no es el único. Hay que seguir cerrando las puertas a la largada sombra de la intolerancia, poniendo los medios para que las víctimas se sientan protegidas y adecuadamente atendidas por profesionales formados especialmente formados para este tipo de casos. Puesto que, tras una agresión, debemos cortar de raíz la lacra de la revictimización y la infradenuncia, un grito en muchas ocasiones propiamente silenciado que sufren multitud de personas LGTBI al ser agredidas en su dignidad, desarrollando un sentimiento de culpabilidad y denigración de la propia estima por el mero hecho de su orientación sexual e identidad de género.
Borrar el rastro del odio, la intolerancia y la estigmatización contra las personas LGTBI, no resulta tarea fácil, como tampoco lo fue para quienes decidieron por primera vez hace cuarenta años, salir a las calles a reivindicar su orientación e identidad sexual, pidiendo respeto, igualdad y dignidad.
Es por ello que quien suscribe seguirá, desde el activismo, el respeto, la concienciación y el diálogo, combatiendo y condenando cada ataque, cada agresión y conducta de odio que encuentre a su paso, porque ante la sociedad abierta, plural, inclusiva y diversa hacia la que ansiamos avanzar, para nuestro presente y futuro, no podemos permitirnos ni un solo retal más de LGTBIfobia.
Hola, lamentable lo que ha pasado, pero como sabias que eran rusas? Solo porque hablaban ruso? O te lo han dicho en castellano? No queda claro porque no habeis llamado a la policia.
Lo de orgullo – creo que para nada ayuda ganar «respeto» especialmente durante los ultimos años cuando estos eventos se convertieron en basicamente un enorme botellon, sexo sexo sexo, y demasiado travestis vestidas y pintadas de mal gusto; consigue lo contrario.