Tal vez sea el esperpento el género literario que más se adapte a la situación política y social que estamos atravesando.
La RAE nos dice del “esperpento” que es una concepción literaria en la que se deforma la realidad acentuando sus rasgos grotescos. Y es así, y en eso debería de quedar. Mientras sea una concepción literaria, el esperpento queda ahí, en un papel, en una opinión escrita, con mayor o menor acierto u originalidad, pero no pasa de ahí.
El problema aparece cuando queremos convertir el “esperpento” en algo habitual, y no deformado, de la realidad y pretenden que nos acostumbremos a verlo como algo normal, democrático, igualitario y cuantos adjetivos más queramos ponerle.
Sin ir más lejos, y dadas las fechas en que estamos, empezamos a ver normal los “esperpentos” que se realizan con tradiciones y costumbres que el único “delito” que han cometido es ese, ser tradiciones, costumbres. Así queremos o, mejor dicho, quieren desvirtuar la tradición de cosas tan simples como las Cabalgatas de Reyes Magos, sin pararse a pensar que lo único importante de esas cabalgatas es la ilusión de los niños en algo que les parece mágico y fantástico, pero, como no, hay que politizarlo y lo que es peor, ideologizarlo todo.
En ese afán se acaba cayendo en los “esperpentos” de cambiarles la vestimenta a los Reyes, vistiéndolos no se sabe bien de qué, añadir carrozas que no vienen a cuento en una Cabalgata de Reyes, y que tienen su propio espacio, tiempo y lugar para reivindicar. Se les cambia el sexo a los reyes convirtiéndolos en Magas porque es igualitario, o se puede eliminar el término Reyes por ser un término caduco y ofensivo para aquellos que se sientan republicanos. Y no digamos del posible maltrato animal, porque venir de oriente aquí en camello no deja de ser un palo para los pobres camellos, mejor y más igualitario que vengan en un bus público.
Pues no, los Reyes Magos son una tradición desde hace siglos, inofensiva para todos y que es como es. Son tres Reyes, vienen de Oriente en camellos y caballos, y sus pajes, porque en el tiempo en que se les ubica era así, son negros. Y esto no ofende a nadie, a no ser que se quiera dar por ofendido.
Los Reyes Magos son una tradición desde hace siglos, inofensiva para todos y que es como es
Reparten regalos a los niños, y estos, por mucho que se empeñen algunos, solo ven en ellos la ilusión de unos personajes que “aparecen” en unas fechas señaladas y que en ocasiones, si se han portado bien, hacen realidad sus ilusiones.
Esto es lo que los niños ni más ni menos ven. Esto es lo simple, lo sencillo y lo ilusionante de esta tradición. Después ya vendrán las interpretaciones que se hagan de lo que representan en la cultura cristiana, pero eso ya dependerá de la cultura y educación que reciba cada uno.
¿Imaginamos a un Papa Noel, delgado, esbelto, afeitado y vestido por Agatha Ruiz de la Prada, montado en un trineo, en vez de tirado por renos, eléctrico, o un Olentzero vestido de traje chaqueta? No, y eso no supone ninguna ofensa a los obesos, los barbudos canosos o a los pastores.
No compliquemos las cosas, son sencillas, simples, no veamos trasfondos donde no los hay, o lo que es peor no queramos poner trasfondos donde no los hay.
Ningún niño va a crecer con un trauma infantil por ver una tradicional Cabalgata de Reyes. Tendrá la identidad sexual que él decida, será republicano si es la opción que más le convence y se vestirá como quiera, le apetezca y le guste.
Ningún niño va a crecer con un trauma infantil por ver una tradicional Cabalgata de Reyes
No nos quieran convencer de que mantener algunas tradiciones y la historia real, (aunque algunos digan que los reyes no existen, forman parte de la historia) es adoctrinar y faltar al respeto a ciertos colectivos. El respeto es otra cosa y se practica con otras políticas y actitudes vitales más serias que una simple Cabalgata de Reyes.
Adoctrinar se adoctrina, y algunos de los que nos están gobernando son verdaderos especialistas, de formas mucho más sibilinas, soterradamente, con libros de textos, con programaciones de televisiones, con actividades “culturales” en las que se acaba desparramando, con noticias sesgadas y con declaraciones y actuaciones irresponsables en las que los niños sí que se fijan e intentan imitar.
Y sí, en todo el artículo he dicho niños y no niños y niñas, ni Reyes y Reinas, ni ciudadanos y ciudadanas, porque resulta que escribimos en castellano y el genérico se utiliza así. Lo contrario no dejaría de ser también cierto tipo de adoctrinamiento.