Cuando se genera el debate de educación pública o educación concertada, suelo perderme, me falta un ingrediente en el debate, me falta el “sectarismo”, sectarismo en cualquiera de sus vertientes, religioso, político o identitario, un tema que a muchos les da miedo tratar por el temor a ser juzgado como un hereje por los católicos o como un facha por los de izquierdas, en un país donde todavía se arrastra el estigma de la división de Rojos y Azules, y donde cualquier cosa que puedas opinar o defender rápidamente te posiciona en un extremo.
En la actualidad más del 70% de la educación concertada, está en manos de la iglesia católica. No hace mucho tiempo en la Comunitat Valenciana, teníamos noticias de conciertos en colegios católicos donde se practicaba la segregación por sexo, hemos pasado al otro extremo donde la educación está dirigida por personas que dicen que som Paisos Catalans.
No me siento cómodo con el debate actual, ya que muchos de los defensores de la educación concertada son defensores de la educación católica y lo que subyace de fondo es la defensa de un estado religioso, de la misma forma que muchos defensores de la actual educación pública lo que les indigna, es que detrás de la educación concertada esté la iglesia católica, olvidándose de los problemas de funcionamiento de la educación pública, o los partidos independentistas que quieren utilizar la educación con el mismo fin que critican, quieren que sea un elemento ideológico.
Quiero un estado Laico, un estado occidental y moderno, un estado de centro, donde la gente piense y decida por sí misma, donde se eduque en valores y no con dogmas de fe, donde se potencie la inteligencia emocional, donde se enseñe a meditar, donde la religión sea tratada con el máximo respeto, pero se circunscriba al ámbito privado.
Las religiones no son malas conceptualmente, es malo el uso que realizan algunos de la religión para justificar su doble moral, el Papa Francisco es una persona pragmática y sensata, que se atreve a perseguir la pederastia o a pronunciar frases como “Mejor ser ateo que un católico hipócrita”.
Con el sistema educativo actual, muchos padres acuden a la educación concertada, huyendo de la educación pública. La educación pública todavía está lejos de ser la mejor opción, todavía tenemos que solucionar el concepto de funcionario, concepto socialmente relacionado con un puesto de trabajo vitalicio independientemente de tu rendimiento en el futuro, todavía nos queda la asignatura pendiente de dar prestigio a la educación y que los profesores sean los mejor pagados, los más involucrados y los más preparados. En estos momentos todavía tenemos la educación politizada, con constantes cambios de planes educativos dependiendo del gobierno de turno.
El camino más corto para revertir la situación de la educación sería implantar lo que ya funciona, tomar como ejemplo los países referentes por su sistema educativo. Tenemos dos sistemas occidentales como el finlandés o el canadiense donde la base es el desarrollo personal con un concepto claro de “aprender a aprender” o los sistemas orientales de Corea del Sur o Japón, sistemas donde se fomenta la competitividad y la dedicación, combinados con una gran conciencia social y cultural, prestando desde niños servicios a la comunidad. Todos estos sistemas tienen algunos denominadores comunes;
- La educación es la base del desarrollo del país, no un instrumento adoctrinador
- Alta cualificación del profesorado
- Toda la sociedad participa de la educación
- La educación es pública y gratuita
- Se destina una parte importante el PIB a la educación
Para la implantación de estos sistemas y hacerlos perdurar, se necesita consenso y parece difícil conseguir ese consenso, cuando llevamos años utilizando la educación como arma política.