Cada nueva etapa en este culebrón en el que se ha convertido el procés da pie a una explicación conspiratoria más exótica, en parte por ansia de notoriedad y en parte porque es demasiado salvaje para digerirla sin aderezar.
En un primer momento, los perfiles independentistas en las redes ardían asegurando que los mensajes del chat entre Puigdemont y Comín eran un montaje, acompañando de escupitajos al medio ‘españolista’ que los había desvelado. Al confirmarse que eran auténticos por parte de los dos involucrados, nada, silencio absoluto, menos aún una disculpa o un reconocimiento al medio, Tele 5. Que Comín, prófugo de la justicia, anuncie que va a denunciar a los periodistas por intromisión en su privacidad, ya suena a cachondeo.
Una de las discusiones más interesantes versaba sobre si las imágenes de los mensajes eran robadas o un posado, es decir, filtradas intencionadamente por los interesados como parte de la estrategia. Pasa siempre, que aparecen iluminados diciendo que todo forma parte de un plan perfecto, en el que cada paso está calculado, como si hubiesen unos cerebros máximos dirigiendo los hilos.
Memeces, analizados los mensajes con detenimiento, sólo se puede llegar a una conclusión, al independentismo se le han visto las vergüenzas. En esta hoguera de las vanidades, todos van pegando palos de ciego y tratando de salvar el tipo, hasta que los pillan. De una parte y de la otra, por supuesto, y nadie sabe lo que va a pasar mañana, menos aún dentro de unas semanas.
El Gobierno español no sabe de antemano lo que va a hacer el Consejo de Estado, ni lo que va a dictaminar el Tribunal Constitucional, ni el TC sabe lo que va a hacer el presidente del Parlament, ni lo saben siquiera sus socios ni los de su propio partido, ni el Parlament sabe lo que van a hacer los fugados en Bruselas, etc. A todos los actores del procés el siguiente paso les pilla por sorpresa, lo mismo que a nosotros, sufridos ciudadanos. Y en este caso, el de los mensajes, ni siquiera Puigdemont y Comín sabían la que les venía encima al desvelarse su comadreo, que los deja muy tocados, sino hundidos.
La lógica política, que aspira al poder por encima de todo, indicaría que ahora los independentistas serían capaces de ponerse de acuerdo para encontrar otro candidato y gobernar. Sin embargo, me parece que Junts per Catalunya no va a ceder en sus pretensiones de investir a Puigdemont bajo ningún concepto, así que el bloqueo está asegurado. No van a ceder jamás porque es una candidatura hecha para y por Puigdemont, y porque se han presentado a las elecciones para implementar la república, no para gestionar la sanidad y la educación autonómicas.
La solución al bloqueo es tan fácil como que transcurrido un tiempo prudencial, Rajoy convoque nuevas elecciones, considerando que el 155 sigue vigente. Eso sí, hasta que llegue ese momento, aquí nadie tiene ni idea de por donde vamos, ni tirios ni troyanos.