La esencial diferenciación del producto en el modelo económico valenciano

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Muchas regiones europeas con una capacidad productiva y unos recursos naturales inferiores a la valenciana obtienen mayores niveles de renta y, lo que aún es mejor, bajos niveles de desempleo, gracias a que comercializan uno o varios productos de alta gama y reconocido prestigio. Un buen ejemplo, que tuve la suerte de conocer hace unos años, es La Rioja.

Todos los productos que se venden a granel en un mundo cada vez más globalizado acaban siendo producidos en las regiones europeas con costes por encima de su precio internacional, lo cual conduce irremisiblemente a tener que subvencionarlos o abandonar el negocio. Una buena alternativa a los macro proyectos fantasmas como los parques temáticos o el turismo de baja estopa es la diferenciación de los productos tradicionales valencianos.

La mayoría de los mortales no sabríamos distinguir entre un vino joven de Rioja, de menos de un año, de un vino tinto de tetrabrik, pero cría fama y échate a dormir. No sólo eso, tomado en el entorno conveniente, sabe hasta mejor. Así es la percepción de los seres humanos, fácilmente sugestionable.

Imaginemos que vamos a hacer una paella pero no le vamos a echar simplemente aceite, pollo, conejo, verduras, condimentos y arroz sino aceite virgen extra del Maestrazgo, pollo de corral de Alzira, conejo de granja de la Marina, garrofó y tabella de la huerta de Alboraia, pimentón de la Vega Baja y arroz bomba de Sueca. Probablemente la paella nos cueste el doble o el triple, pero los productores valencianos tendrían margen para reinvertir en la mejora de las calidades y llevar una vida digna.

En vez de pensar tanto en la deuda histórica, los servicios económicos del Consell deberían tratar de favorecer la diferenciación de los productos valencianos y controlar cuando se comercializan a granel y a bajo coste, convirtiéndose en parte de un artículo globalizado del que se desconoce su origen. Eso sí que sería luchar por el futuro y el bienestar de los valencianos.

Cada localidad valenciana debería estudiar qué es lo que hace bien y venderlo como algo único e inimitable, porque competir por costes es imposible. Cada semana tendría que haber en una localidad valenciana la feria del producto autóctono diferenciado que se trate.

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