Me refiero al Banco Popular, no al Partido Popular, obviamente, que acaba de ser absorbido por el Banco Santander cuando llevaba varios meses en una situación muy delicada, como informábamos en este mismo diario digital hace casi dos meses.
Creo que la caída del Popular demuestra que varias tesis que muchos han mantenido hasta la fecha se han revelado como falsas. La primera, que la crisis financiera afectó a las cajas pero no a los bancos privados, cuando estamos viendo que no, que afectó a todas las entidades financieras por igual, en función de la distribución de los pasivos. No sólo los políticos que gestionaban las cajas han sido unos obtusos derrochadores, lo mismo podemos afirmar de los banqueros privados, en este caso concreto ligados al Opus Dei.
Por otra parte, también es falso que estemos saliendo de la crisis, preferiría decir que la estamos intentando capear como buenamente podemos, con muy escaso éxito hasta el momento. Mientras las grandes instituciones bancarias como el Banco Popular sigan cayendo, la incertidumbre económica es inevitable que se extienda por todo el sistema. Con la globalización de la economía mundial, son muchas las empresas y entidades extranjeras las que han perdido sus inversiones, lo cual es pésimo para los intentos de reactivar las inversiones extranjeras en España.
Los depositantes salvan sus ahorros, qué menos, con la operación forzada por el BCE pero las clases medias españolas vuelven a ser duramente golpeadas. Entre los dos mil millones en bonos y los mil trescientos en acciones, las pérdidas son tremendas, y los afectados pueden superar la cifra de 300 mil. Imaginen estas familias que lo han perdido todo como afrontan las vacaciones de verano u otras posibles compras. Una ruina absoluta, y eso sin contar que hace unos años, en 2007, el capital del Popular estaba valorado en bolsa en más de 15 mil millones, que se han volatilizado.
Los trabajadores son los que van a salir peor parados, han perdido sus acciones porque muchos de ellos invirtieron en papel mojado una parte de los salarios, un 75%, y si tenemos en cuenta que un altísimo porcentaje de las oficinas del Popular se solapan con las del Santander, el 98%, muchas de ellas pared con pared, en buena parte también van a perder sus empleos. No es que el banco no valga nada, es que está valorado en negativo.
Este país no se arregla solo, y menos aún mientras nos sigan gobernando los causantes del estropicio, PP y PSOE. Como reza un lema que me encanta, «habrá crisis mientras no haya ética«.