Ermua, sinónimo de libertad

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Hace unos días, el ex presidente del gobierno José María Aznar decía en una entrevista: “Si los jóvenes quieren saber qué es libertad, que vean a Miguel Ángel Blanco”. No le falta razón. Somos muchos los que aprendimos el significado de esa palabra en el verano del 97. Para mí, en aquella época, libertad era lo que teníamos los meses de julio y agosto cuando, después de aguantar un largo curso, podíamos disfrutar de nuestro “merecido” descanso.

Aquel año fue diferente, recuerdo que mi abuelo, durante las sobremesas, comentaba con mi padre y mi tío el secuestro de Ortega Lara mientras mi madre y mi abuela pensaban en lo mal que lo debía estar pasando esa familia. Mi abuelo, que por motivos laborales tenía muchos amigos destinados en el País Vasco, lo vivía con especial intensidad. Lo recuerdo como si fuera hoy mismo. El 1 de julio, cuando fue liberado, todos los comentarios se centraron en conjeturar sobre la forma de venganza que usarían los terroristas. La alegría era inmensa por la liberación pero a nadie se le escapaba que eso tendría algún coste, no para el gobierno ni los partidos políticos, sino para la sociedad.

Días después, el 10 del mismo mes, nos arrebataban toda esperanza con la noticia del secuestro del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco. Fueron momentos de incertidumbre, nadie sabía bien qué pasaba y menos un niño como yo que, la verdad, no entendía nada. Tengo en la memoria las miles de veces que escuché, tanto en la tele como a los mayores, la misma frase: “El gobierno no tiene que ceder al chantaje, tiene que ser firme”. Con el tiempo entendí que ETA quería conseguir, entre otras cosas, la reagrupación de los presos.

Aquellas horas se hacían interminables, todos éramos un trocito de Miguel Ángel. Por primera vez fui a una concentración, una de las que se realizaron en todos los municipios de España con el fin de manifestar el rechazo al terror y al chantaje. Nuestro país era un clamor pidiendo la liberación de un joven que lo único que había hecho era creer en la democracia y en la unidad de España. Finalmente, la banda terrorista cumplía su amenaza y mataba al edil popular, convirtiendo esa muerte en un punto de inflexión en la sociedad.

Ahora, cuando pienso en Miguel Ángel Blanco, en aquellos días, en esa localidad que dio nombre al espíritu que ha sido patrimonio de todos los españoles, en Ermua, pienso que, para mí, éste es el significado de la libertad.

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