Muchos comentaristas venían anunciando que el Tribunal Constitucional estaba muy dividido en cuanto a la decisión de aceptar a trámite la impugdemont del Ejecutivo a la bizarra candidatura del gerundés errante. La cosa parecía verosímil, desde el punto de vista meramente técnico de la cosa – un punto de vista que llegado este punto, que ya ha llegado hace una eternidad, parece que hay que superar -.
Parece que al colectivo judicial se le están hinchando las narices; y no es para menos, puesto que la necesidad de respirar en este cargado ambiente hace muy necesario aumentar el calibre de las vías para regenerar la sangre y así prevenir la fatiga, el ensoñamiento y, también, las ganas de enviar a volatines – gracias Alfredo -, rinconetes y cortadillos a tomar algo más que supositorios por la trasera de los países bajos.
Sí señores, la ley tiene un espíritu, que es lo que la dota de todo su sentido
Miren, la ley es la ley, pero surge de un espíritu que si los jueces no velan por él, la primera queda inane. Y ha llegado un momento en el que el descaro, el doblez del doblez, el pitorreo y en definitiva, el desprecio absoluto por la misma del nacional independentismo catalán, ha soliviantado al mismísimo poder judicial.
Es hora de que el espíritu de la justicia reviva la letra y a los letrados
Sí señores, la ley tiene un espíritu, que es lo que la dota de todo su sentido y hace que no sean retahílas inertes ni los jueces meros mamporreros de la cosa básica, por mucho mazo que blandan. Y aquí ya la cosa va de aprovechar la letrilla para lo que me conviene – no ir a la cárcel, cobrar del Estado que te quieres cargar y seguir haciendo lo que dices que no vas a hacer mientras cruzas los dedos en el bolsillo -, mientras arengas a la borreguía contra el espíritu de esa pobre letrilla abusada y abrasada por propios y extraños, que todo hay que decirlo.
Muy bien por el Tribunal y muy bien por el Gobierno, porque no puede permitirse la falta de respeto extraordinaria de la que hacen gala los niños mimados del posibilismo popular socialista.
Es hora de que el espíritu de la justicia reviva la letra y a los letrados.