El Triángulo de las Bermudas, en Valencia

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Dícese del Triángulo de las Bermudas a aquella superficie conformada por tres vértices, en el Océano Atlántico. Uno sería las propias islas, otro la península de Florida y el tercero la isla de Puerto Rico. En él, han «desaparecido» varios barcos y aviones como si fuese una especie de agujero negro que los «engulle».

Pues bien, en el Ayuntamiento de Valencia no tenemos uno, tenemos dos. A saber, los vértices del primer triángulo lo formarían Compromís, PSPV y Valencia en Comú, es decir, el tripartito que ocupa toda la superficie del Equipo de gobierno y en cuya área, la GESTIÓN brilla por su ausencia, está desaparecida en combate, ENGULLIDA por ese agujero negro que es «el contrato», que no pacto, ojo al matiz, que responde al más puro y duro reparto de la parte alícuota del poder, en departamentos estanco, en parcelas estrictamente delimitadas entre los tres socios del Triunvirato.

Esto está muy alejado de lo que todos entendemos por un equipo, en donde los esfuerzos y la aportación de unos y otros, confluye en el bien común de TODOS. En un equipo todos reman al unísono y en la misma dirección, y en el tripartito cada uno va a su aire. Unas veces entrometiéndose en jardín ajeno, otras meando fuera del tiesto, de cuando en cuando, metiéndose entre ellos el dedo en el ojo, y cuando aciertan en algo, es por equivocación.

Decían que eran honestos, eficaces, dialogantes, que gobernarían para todos, a diferencia del PP, y resulta que lo están haciendo… bueno, que ya es decir. ¿Os suena de algo eso que decían antes de tocar poder?

  • Rescate de personas: sí, pero a las de su cuerda.
  • Limpieza urbana: la ciudad hecha unos zorros, mucho peor de como la dejó el PP; las ratas están en su salsa, por ejemplo.
  • ‎Problemas de la EMT: han sumergido en el caos a los usuarios y a los propios trabajadores.
  • Vivienda Social: no pueden NI QUIEREN hacerlo.
  • Soluciones para El Cabanyal: por no hacer, ni siquiera han ido allí a empinar el cachirulo en Pascua.
  • Tráfico y la movilidad: un chiste en toda regla. Sólo hay que darse una vuelta por la calle Colón o por los accesos y salidas de la ciudad, y no sólo en horas punta, para darse cuenta del chiste.
  • Carriles bici: sí, pero sin consensuarlos con nadie, con señales de tráfico inventadas, con tramos muy peligrosos y pretendiéndose saltar las normativas municipales, como en el que quieren hacer en Reino de Valencia.

Podría seguir poniendo más ejemplos, pero lo voy a hacer mediante el segundo Triángulo de las Bermudas que tenemos en el Ayuntamiento; éste con nombres y apellidos. Sus vértices son Ribó, como no, Fuset y Grezzi.

Ribó es un alcalde que se refugia en su madriguera cuando viene el invierno, como las marmotas, para no soportar el frío contacto de la oposición: estamos en la Legislatura Municipal de la marmota. Podría estar «marmoteando», plácidamente jubilado, viviendo la vida, pero decidió no hacerlo, para gestionarnos la vida a todos los valencianos, queriendo imponernos su ideología, intentando adoctrinarnos y a la vez dinamitar algunas tradiciones muy nuestras como las Cruces de Mayo, Reinas Magas, etc.

Por otro lado, la gestión no es lo suyo y lo demuestra con los hechos, más allá del ecuador de la legislatura: no ha ejecutado al 100% ningún presupuesto anual, elude e ignora las preguntas comprometidas que le formula la oposición, ver mi artículo !Ribó, contesta a Giner! y siempre que puede lanza a la arena a sus fieles escuderos Fuset y Grezzi que, junto con él, son los tres vértices de este triángulo.

De Fuset, concejal de Cultura festiva, qué queréis que os diga que no sepáis ya. El mundo fallero no lo traga, lo ha reprobado y es que, en su despotismo, quiere manipular el valenciano que se emplea en els Llibrets de les Falles, les dice a las falleras cómo se tienen que vestir, encarga una encuesta, a modo inquisitorial, para saber de qué pie cojean los falleros, religiosa y políticamente, y que le ha costado una infracción de la Agencia de Protección de Datos, que encima nos quiere ocultar.

‎Para acabar, vamos al tercer y último vértice, el ínclito Grezzi, concejal de In-Movilidad In-Sostenible. Un alma inquieta, un espíritu de cara amable, pero bipolar, que pulula por ahí, cual abeja Maya, oteando a ver qué plaza peatonaliza, en qué calle «pacífica» el tráfico, dónde coloca su «panel de rica miel ciclista», en definitiva, a ver cómo perjudica al personal que le paga su sueldo, como por ejemplo, a los usuarios que aparcaban el coche por las noches en el carril bus, que era una buena solución, y se lo cargó en un santiamén, creando un problema donde no lo había.

Cada día que pasa tengo la certeza de que estos agujeros negros que tiene nuestra Casa Consistorial están a punto de desaparecer y así podrán reaparecer todos los barcos y aviones engullidos en él.

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