No hay mejor manera de predicar que con el ejemplo, y ahora que estamos en pleno debate sobre el requisito lingüístico sólo para funcionarios y sólo para el valenciano, creo que es el momento de exigir que sea también para los políticos y sea también para el castellano.
Los políticos son muy de ordenar a los demás lo que ellos no están dispuestos a cumplir, y con el requisito lingüístico estamos ante otro de esos casos de la ley del embudo por la que a los ciudadanos nos hacen pasar continuamente los políticos en este país. Aplíquense a ustedes mismos el requisito lingüístico, Sr. Puig.
Se puede llegar a dar el caso de que una persona no pueda ser conserje en un ayuntamiento por no superar el requisito lingüístico que nacionalistas y socialistas nos quieren imponer a todos los funcionarios, pero el alcalde del mismo ayuntamiento puede ser un perfecto analfabeto en cualquiera de las dos lenguas oficiales de la Comunidad Valenciana.
Si a partir de ahora a un auxiliar de enfermería se le va a exigir que supere un examen de valenciano o aporte la titulación correspondiente, qué menos que exigirle lo mismo al conseller de sanidad, al director de sanidad o al concejal de sanidad.
¿Es que acaso los políticos están por encima de la ley y no tienen que atender a los ciudadanos en cualquiera de las dos lenguas oficiales de la Comunidad Valenciana?
Es tan fácil exigirle el requisito lingüístico a los políticos como exigírselo a los funcionarios, o todos moros o todos cristianos. Cuando sean elegidos o nombrados, que acrediten su conocimiento de las lenguas al igual que nos quieren obligar a todos los demás servidores públicos, ni más ni menos, en vez de seguir creyéndose que están por encima del bien y del mal.
Y también en castellano, claro, porque desde la aplicación de las políticas de inmersión cada vez son más los jóvenes que maltratan la lengua de insignes literatos valencianos como Azorín o Blasco Ibáñez.
Mercedes Mora.