El 29 de enero de 1867 nació en Valencia Vicente Blasco Ibáñez, sin duda el valenciano más universal de los últimos siglos, y quizá de la Historia. A pesar de ello, las celebraciones de esta destacada efeméride tienen un perfil muy bajo por la manifiesta desidia y desinterés de todas las instituciones valencianas, a pesar de que paseó el nombre de Valencia por todo el mundo.
El año 2017 será el «Año Blasco» gracias a la insistencia de algunas organizaciones como la Fundación Centro de Estudios Blasco Ibáñez y diversas asociaciones. El olvido histórico al que se ha sometido a este gran personaje valenciano es injusto y quizá tenga que ver con su carácter antimonárquico y anticlerical, que mantuvo hasta el final de sus días, y a las circunstancias de su tiempo. Tampoco ayudó a conservar su legado los acontecimientos históricos al final de sus días, como la dictadura de Primo de Rivera o los que siguieron a su muerte como la Guerra Civil Española o la dictadura de Franco.
Contemporáneo de otro genio como Joaquín Sorolla, con el que tenía una estrecha amistad, en ocasiones se le ha recordado por su faceta más folclórica, por sus obras «La Barraca» ó «Cañas y Barro» cuando en realidad Blasco fue muchísimo más que eso, fue un auténtico «hombre del renacimiento» a caballo entre los siglos XIX y XX.
Blasco fue un gran político, el «blasquismo» fue la ideología dominante en Valencia desde 1898 hasta 1933. Se patea la calle, habla con la gente, no en vano fue elegido diputado en Cortes hasta en siete legislaturas. Ya en aquella época se opuso al «imperialismo nacionalista catalán». Por sus posiciones políticas tuvo problemas con la Justicia, fue encarcelado e incluso estuvo exiliado fuera de España.
Durante sus años de activismo político escribe sus obras literarias más recordadas en Valencia. Con 27 años publica «La Tartana», cuatro años después «La Barraca» y a continuación «Entre naranjos» y «Cañas y Barro». Incluso fundó junto con su amigo Francisco Sempere la «Editorial Prometeo» publicando a precios populares no sólo sus obras sino a contemporáneos como Nietzsche, Darwin o Marx.
Su faceta como periodista fue muy prolífica y precoz, ya que con 16 años fundó su primer periódico, aunque quizá el más conocido fuera «El Pueblo» que fundó con 27 años, dónde escribió cerca de mil artículos con su estilo particular, que atraía a las masas.
Quizá la faceta menos conocida, y sin embargo más apasionante fue a partir de 1905, cuando se cansa de la política y se decida a recorrer mundo. De esta época es su novela «Sangre y Arena», su primer best-seller mundial que encandiló a Hollywood. Se lanza a dar conferencias por Chile y Argentina, hace teatro, y lo más curioso, se convierte en colonizador. Funda dos ciudades en Argentina «Nueva Valencia» y «Cervantes» y se lleva agricultores valencianos para que cultiven el arroz. Blasco se volvió a Valencia arruinado por este proyecto, pero los valencianos se quedaron, y hoy en día Corrientes y Nueva Valencia son el granero de arroz de toda la Argentina, donde se le recuerda con cariño.
En 1914 se marcha a París, dónde vive el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Escribe grandes reportajes periodísticos, de la guerra, y también comienza a escribir «Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis», novela que se convierte en un fenómeno de masas en Estados Unidos, siendo el libro más vendido de 1919 y el más leído después de la Biblia. incluso su novela se lleva al cine en Hollywood con Rodolfo Valentino de protagonista. A raíz de este arrollador éxito se va de gira por Estados Unidos convirtiéndose es un personaje muy popular.
En el final de sus días aún le quedan energías para oponerse a la dictadura de Primo de Rivera. Muere en Mentón (Francia) en 1928.
Hoy se cumplen 150 años del nacimiento de Don Vicente Blasco Ibañez. Permítanme que me quite el sombrero.
@Vicent_Raga