Si hay algo claro en la huelga convocada para mañana en reivindicación de la igualdad de derechos entre mujeres y hombres en todos los ámbitos, no sólo el laboral, es que su origen es el respeto a la dignidad de la mujer, cosa que es evidente que no impera. Sin embargo, este respeto pasa por respetar igualmente tanto a la que hace huelga como a la que no, a la que hace huelga de una manera y a la que lo hace de otra, a la que está de acuerdo con esta forma de reivindicación como a la que no.
Y lo que más me gusta de todas las reflexiones que está suscitando este feminismo positivo tan necesario, es que es perfectamente extrapolable a todos los desequilibrios de poder que terminan en abusos en cualquier sentido y en cualquier ámbito.
Por tanto, debemos estar agradecidos a este movimiento mundial de la mujer que de manera creciente está haciendo un favor tan grande al maltrecho prestigio del ser humano, a la reivindicación de nuestra dignidad como especie, y a la reflexión del uso y abuso que venimos haciendo de este planeta y los seres vivos e inertes que lo habitan desde un tiempo – demasiado – a esta parte. Porque el ser humano es poderoso, quizá la criatura más poderosa de este planeta – aunque el mosquito es un duro rival -. Y este poder ha llegado a ser excesivo.
Hacer un uso responsable del poder que se tiene, en cualquier aspecto, es quizá la tarea fundamental de todo lo que existe.
La convocatoria de mañana me parece un uso muy benéfico del poder de la mujer, así como una toma de conciencia global de la existencia del mismo, que demasiado a menudo, se intenta sofocar.
