Nunca me han gustado las motos, desde jovencito he preferido un coche pequeño y simple a una moto, aunque fuera de gran cilindrada. En aquel entonces, cuando tenías 18 años, un Panda, con asientos reclinables y “radio-cassette”, era insuperable, caben 4, 5 o 7 llegado el caso y te solucionaba muchas “situaciones” urgentes cuando surgían. Incluso podías utilizarlo con lluvia, cosa que con la moto no podías hacer!!!
Pero parece que el destino a veces se venga de uno y, mira por donde, al interesarme de mayorcito por la política, resulta que cada cuatro años me veo rodeado de gente intentando venderme motos y además con la insistencia de una tele operadora de la más insistente de las compañías de telefonía móvil.
Queda un año escaso para las próximas elecciones locales. Para las generales, con los vaivenes, indecisiones, cálculos electorales, continuos escándalos de corrupción de unos y otros y alianzas desesperadas para salvar el bipartidismo, unido a las demoras desesperantes y esos cálculos de los tiempos del Sr. Rajoy, es imprevisible un calendario electoral.
Pero las elecciones locales están ahí y la venta de motos ya es inminente.
Vamos a sufrir/soportar un año plagado de actos en la vida local cuyo único interés va a ser la foto, la del líder. Y no hablo de un pueblo, hablo de los miles de “lideres” locales instalados que tenemos por España.
Soportaremos/sufriremos inicios de obra, finalización del movimiento de tierras, actas de replanteo, primeras piedras (si es preciso, segunda, tercera y las piedras que hagan falta), finales de la primera fase, inicios de la segunda fase. Todo esto trufado de diferentes visitas de obra y recordatorios de la cantidad de subvenciones de otros estamentos, que van a hacer que ”esta instalación no le cueste un duro al pueblo”. Pero continuemos, después de una segunda, tercera e incluso cuarta fase, vendrá el arreglo de exteriores, la instalación de mobiliario, las diferentes jornadas de puertas abiertas y finalmente, estando todo matemáticamente calculado, LA INAUGURACIÓN!!!!, un par de días antes de que venza el plazo en el que la ley no permite estos actos.
Toda esta frenética actividad constructiva, ira acompañada de innumerables mejoras en todos los aspectos: asfaltados, reasfaltados y eliminaciones de baches, reparación de farolas que lleven años fundidas y arreglo de parques y jardines que durante tres años han sido verdaderas selvas.
Las apariciones en los medios de comunicación, que durante estos tres años anteriores han recibido la numerosa publicidad institucional pagada con dinero del contribuyente, serán continuas y en todas ellas las promesas (llamadas vulgarmente, venta de motos) van a ser constantes. Se nos venderá que las magníficas instalaciones que se han construido van a generar cientos de puestos de trabajo, nunca se dirá si fijos y estables o precarios y basura. Se hablará de las grandes ayudas y subvenciones que se han dado y conseguido en los últimos años, se darán cifras y más cifras, todas maravillosas, sobre los aspectos más variopintos y se nos volverá a intentar vender una y otra vez la misma moto. Como dijo aquel: parlanchines lenguaraces!!!
Pero siempre nos quedará, al menos a mí, la duda de si esa moto que nos están vendiendo realmente tiene motor o solo funciona a pedales.
¿Nos dirán si esos maravillosas construcciones que se han hecho ya están pagadas? ¿Si son sostenibles por esos ayuntamientos? ¿Sabremos si, dentro de unos meses, están funcionando bien o han sido un fracaso? ¿Habrá una transparencia total en la gestión del día a día de esas instalaciones? ¿Cómo se va a garantizar esa transparencia?.
Olvidémonos, estas preguntas y otras muchas que se podrían hacer, no van a tener respuesta, al menos en este año que nos queda. El “ja vorem com ho fem” o el “qui vinga darrere ja s’apanyarà”, serán las respuestas que podremos obtener, pasadas las elecciones, de quienes nos vendieron esas motos, según les haya resultado la venta.
Siempre se ha dicho, a la hora de comprar coche o moto, que la mejor marca es NUEVO, y también, al hablar de alguien que no merece mucha confianza, se dice que “a ese no le compraría nunca una moto de segunda mano”. Pues a pensárnoslo, ¿no?.
Los tiempos han cambiado y cada vez es más difícil que nos la peguen, pero aun así nos espera un año en el que algunos, que no saben hacerlo de otro modo, van a intentar vendernos “su moto” que esta ya más que vista.
Aunque algún motero se enfade conmigo, yo tengo muy claro que es mejor un cochecito nuevo que dejar que nos vendan una “burra vieja”, aunque este recién pintada.