Bienvenido Mr. García

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España recibió en 2019 a 83.7 millones de turistas extranjeros que se gastaron 92.278 millones de euros en nuestro país. Volvimos a batir un récord en visitantes y nos consolidamos como el segundo país del mundo con mayor número de turistas internacionales por detrás de Francia. También fuimos el segundo país del mundo con mayores ingresos por turismo, por detrás de EEUU, y, según el World Economic Forum, somos el país más competitivo del mundo en turismo.

Voy a romper una lanza a nuestro favor y aclarar que como turista internacional se entiende aquel visitante extranjero que pernocta al menos una noche en el país de destino. La ubicación geográfica de Francia, en pleno centro de Europa, fronteriza con tantos países y nexo de unión entre la Europa del sur y del norte, explica por una parte que sea el país que más turistas extranjeros reciba.

Todos estos datos se traducen en que la industria del turismo representó para España en 2019 el 12,3% del Producto Interior Bruto y empleó a más de 2.6 millones de personas, un 13,14% del total de empleos de la economía española durante ese mismo año. Y no es para menos porque según el Índice de Competitividad Turística de 2019 España obtiene una ventaja competitiva sobre el resto de países en cuanto a recursos naturales, pero sobre todo culturales. También destaca especialmente por sus infraestructuras y por la celebración de congresos y eventos, un sector que cada vez se siente más atraído por España.

Británicos, alemanes, franceses, nórdicos, italianos y holandeses fueron, por ese orden, los que más visitaron nuestro país en 2019 según el INE. Somos un gran país y no solo en cuanto al turismo se refiere. Nuestra cultura, nuestro clima, nuestro patrimonio histórico y paisajístico, nuestra gastronomía o nuestra red de infraestructuras son factores que influyen en la elección de España como destino vacacional.

Sin embargo, todo esto podría tener fecha de caducidad. La pandemia que vive el planeta está produciendo una fractura económica en el turismo nunca antes vista, causando la ruina de muchas empresas turísticas y la pérdida de miles y miles de puestos de trabajo en el sector. Todas las cifras de las que podíamos presumir en 2019 desparecerán este 2020 y a la crisis sanitaria, que ha provocado el cierre temporal de fronteras y del espacio aéreo, y la consecuente paralización económica del sector turístico, le precederá una recesión de la economía y también cambios en los hábitos del turismo.

Tras la crisis del coronavirus podemos ir olvidándonos de billetes de avión a tan bajo precio como veníamos viendo en aerolíneas low cost los últimos años. Los expertos estiman que las compañías aéreas incrementarán los precios de los billetes un 50%. Dejaremos de recibir millones de turistas también por temor a subirse a un avión y sentarse codo a codo con un desconocido. Si el 11-S produjo un incremento considerable en las medidas de seguridad de aviones y aeropuertos, el COVID-19 fortalecerá las medidas higiénico-sanitarias en los mismos. Controles de temperatura a pasajeros, uso obligatorio de mascarillas en los aviones o mayor separación entre asientos podrían ser algunas de las medidas que tomen las autoridades europeas próximamente.

Si el sector aéreo deberá emprender este tipo de cambios, los hoteles, restaurante y otros lugares de ocio también se verán obligados a garantizar más medidas higiénicas y el distanciamiento social entre turistas. Por un tiempo será difícil de ver las playas de Benidorm hasta la bandera, a grupos de japoneses haciéndose selfis en la Alhambra, las discotecas de Magaluf llenas de alemanes, autobuses llenos de guiris bajando para visitar la Sagrada Familia, a alguien que te pida que les hagas una foto frente a la Giralda, a niños y adultos bañándose en la piscina del hotel o de ver en funcionamiento los bufets de estos. El turismo masificado tal y como lo conocemos está condenado a desaparecer en la nueva realidad del turismo. Todo aquello a lo que estábamos acostumbrados va a cambiar.

La caída del turismo extranjero que tanta riqueza ha venido aportando a España hasta ahora, se va a ver influenciada por un factor de vital importancia: el incremento del turismo nacional. Esta crisis del COVID-19 va a aflorar en los ciudadanos de cada país un sentimiento de patriotismo nacional. Va a nacer en mucha gente una necesidad de viajar por sus propios territorios para contribuir a la recuperación económica del país. ¿Para qué salir fuera de mi país en vacaciones pudiendo economizar mi viaje a la vez que ayudo a empresas turísticas nacionales a reflotar la situación?

En concreto, el sector que más se va a ver beneficiado del aumento de los viajes por nuestro propio país será el del turismo natural y rural. Por simples razones: la tendencia será evitar grandes ciudades y aglomeraciones en favor de espacios rurales accesibles con tu propio vehículo y con suficiente distanciamiento social.

Destino España

Centrándonos en España, donde el coronavirus está causando la peor crisis sanitaria desde la gripe española, y donde previsiblemente la crisis económica va a ser incluso peor que la de 2008, el turismo nacional se convierte en una pieza clave para la recuperación social y económica del país. Ahora más que nunca los españoles debemos trabajar unidos y empezar a viajar más por España en cuanto el COVID-19 y nuestra economía nos lo permita. El turismo extranjero podría llegar a caer este año un 81,4% según un informe de Exceltur, lo que supondría unas pérdidas para el sector de 54.000 millones de euros y un incremento considerable de la tasa de desempleo.

Al igual que Estados Unidos puso en funcionamiento el Plan Marshall en los años 50 para garantizar la viabilidad de las democracias occidentales y destinó un plan de ayuda económica masiva a estas, el turismo necesita de nuestra ayuda para garantizar su viabilidad en los próximos años. Necesita que las instituciones europeas se pongan a trabajar en un plan de recuperación del turismo que tenga en cuenta la realidad de cada país.

Y el Gobierno de España debe tomar urgentemente medidas encaminadas, entre otras cosas, a reducir el IVA de los servicios de restaurantes, hostelería y transporte de personas, ofrecer ayudas económicas al sector para que acondicionen los establecimientos y garanticen un distanciamiento social evitando así el contagio entre clientes, la implementación de bonos canjeables para volver a viajar al recuperarse la normalidad, retrasar la liquidación y el pago del IVA, aplazar el pago de las cuotas de la Seguridad Social o crear líneas de crédito para facilitar el acceso a la liquidez de las empresas del sector.

Pero en ese nuevo Plan Marshall también debemos participar los españoles. Porque está en nuestras manos elegir España como destino en nuestras próximas vacaciones o escapadas. Nuestro Palacio Real puede ser el nuevo Versalles, la mezquita de Córdoba puede ser la nueva mezquita Azul, las Islas Cíes las nuevas Maldivas, nuestra Plaza de España de Sevilla la nueva Plaza Roja, la Catedral de Burgos la nueva Nôtre Dame, nuestro Parque Natural de Doñana la sabana africana, el delta del Ebro el nuevo delta del Mekong, Ibiza el nuevo Mykonos, las llanuras de la Mancha las nuevas grandes llanuras de Colorado, el desierto de los Monegros puede ser el nuevo desierto de Mojave, Salamanca el nuevo Cambridge, los Picos de Europa los nuevos Alpes, el Parque natural de Garajonay la nueva Selva Negra, Lanzarote puede ser la nueva Malta, nuestras Lagunas de Ruidera los lagos de Plitivce, el parque natural de Ordesa y Monteperdido el nuevo Yosemite Valley o nuestra tan característica nacional 340 la nueva ruta 66. España no tiene nada que envidiar al resto del mundo.

«Nuestro Palacio Real puede ser el nuevo Versalles, la mezquita de Córdoba puede ser la nueva mezquita Azul, las Islas Cíes las nuevas Maldivas…

Como se suele decir, crisis significa oportunidad y esta debe servirnos para recapacitar sobre el modelo turístico español y apostar verdaderamente por la sostenibilidad del turismo. Según la Organización Mundial del Turismo, el turismo sostenible es aquel que gestiona los recursos de manera que pueda satisfacer las necesidades económicas, sociales y estéticas, respetando al mismo tiempo la integridad cultural, los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas que sostienen la vida.

Algo así como desarrollar la actividad turística de un modo que no tenga efectos negativos sobre el medio ambiente y sea respetuoso con él, al mismo tiempo que permita y mejora el entorno y la vida de los residentes del destino.

Es decir, España debe incrementar sus esfuerzos en la aplicación de políticas encaminadas a convertir el turismo en una industria que sea respetuosa con el medio ambiente a la vez que repercuta positivamente en las sociedades maximizando sus beneficios sociales y económicos, la calidad turística y la mejora de vida de los ciudadanos. Las administraciones juegan un papel clave en la transformación de los destinos españoles de tradicionales a inteligentes para poder mantener la competitividad turística de España en el futuro.

En el marco de Agenda 2030, el turiso sostenible aparece expresamente vinculado con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS):

  • Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.
  • Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.
  • Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible

Estos objetivos se traducen en unos retos concretos que España deberá de afrontar en los próximos años. La mejora de la calidad del empleo turístico no sólo en cuanto a salarios sino también a la mejora en la cualificación del trabajo y a la formación de los trabajadores, por ejemplo, en nuevas tecnologías. La lucha contra el cambio climático y las reducciones de CO2 en los aviones, el empleo de energías renovables en hoteles y medios de transporte y la aplicación de políticas de ahorro de agua y otras energías para la gestión eficaz y responsable de hoteles y establecimientos.

La reducción de los efectos de la turistización (impacto que tiene la masificación turística en el tejido comercial y social de determinados barrios o ciudades) y la gentrificación (proceso por el cual la población original de un sector o barrio es progresivamente desplazada por otra de un nivel adquisitivo mayor), el debate de los apartamentos turísticos y la lucha contra la turismofobia. Todos ellos aspectos relacionados con la economía colaborativa y las plataformas digitales implicadas en el turismo como Airbnb, Blablacar o Uber. El futuro pasa, no tanto por prohibir su uso, sino por la adaptación y la coexistencia del turismo colaborativo con otras formas de turismo tradicionales.

Camino de Santiago

Apostar por políticas que reduzcan la estacionalidad del turismo como por ejemplo la diversificación de la oferta de los destinos, el “reciclaje” de las instalaciones a lo largo del año o la búsqueda de otros nichos de mercado menos estacionales.

La transformación digital del turismo y la adaptación a las nuevas tecnologías y la apuesta por el turismo experiencial son también otros de los grandes retos a los que el turismo se tendrá que enfrentar.

En definitiva, las administraciones tienen un compromiso con el turismo de España que pasa por ayudarles a sobrevivir a esta crisis y minimizar los impactos a la vez que les ayuda a prepararse para el futuro que viene. Y nosotros, como ciudadanos, tenemos otro que es ser partícipes de la recuperación del sector eligiendo España.