Una manifestación de sentimientos

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Una no puede dejar de sentir simpatía por las decenas de miles de valencianos que se han manifestado hoy en la capital para reafirmar su valencianía en contra de la manipulación catalanista.

Tienen razón en que desde hace unos años, demasiados, estamos siendo influenciados por entidades de orientación catalanista subvencionadas por poderes públicos y privados con origen catalán. Como también es cierto que una parte de la intelectualidad y el pensamiento político valenciano ha sucumbido a los cantos de sirena del nacionalismo catalán, viéndose reflejado en él como en un espejo.

Muchos valencianos, la inmensa mayoría, no podemos dejar de indignarnos cuando la lengua valenciana se considera catalana, las tradiciones valencianas se consideran catalanas y hasta la gastronomía valenciana se considera catalana, en un grado de influencia y permisividad que lo hace difícilmente soportable. Las declaraciones de Joan Tardá, representante de ERC en el Congreso, indicando que seguirían en la cámara legislativa hasta que se proclamasen los Països Catalans y se «liberase» a valencianos y baleares ha sido la gota que han colmado el vaso.

Sin embargo, hace años los valencianos suscribimos varios pactos de carácter fundamental para cerrar las guerras identitarias sobre el nombre de nuestra comunidad autónoma, la senyera y la lengua, en pos de poder avanzar en aspectos de tipo práctico, que quedaron sellados en los sucesivos estatutos de autonomía, como el que está vigente.

Reconociendo que el desafío separatista catalán y el gobierno de Compromís en la Generalitat y en la ciudad de Valencia los han puesto en peligro, no podemos menos que remitirnos a estos pactos aceptados mayoritariamente por los valencianos en cuanto que españoles. Es verdad que el decreto del plurilingüísmo era un atentado lingüístico, como también es cierto que hemos conseguido tumbárselo.

Es por eso que no hemos asistido a la multitudinaria manifestación del valencianismo regional, si no les gusta que se les conozca como blaveros. Porque defenderemos a capa y espada los pactos alcanzados sobre la identidad valenciana como parte de la española reflejados en nuestras leyes básicas y no podemos volver a abrir el melón de cuestiones superadas, por muy atractivas que nos parezcan.

Por eso les animo a que sigan profundizando en la cultura y las tradiciones valencianas como llevan haciendo desde hace muchísimo tiempo con instituciones centenarias y de gran prestigio pero a la vez les pido que comprendan que son una clara minoría muy localizada y que el pacto entre los valencianos puede tener más valor que los sentimientos, si éstos son contrapuestos.

Por eso me despido con este párrafo sobre nuestra lengua del jesuita Joan Costa i Català, filósofo y teólogo valenciano del siglo XX, mandando el mensaje de que no están solos a los que se han manifestado hoy pero tampoco son los únicos ni están en posesión de toda la verdad.

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