Sin rastro de Dana Leonte, una desaparición envuelta en el misterio

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Desde el punto de vista de la Psicología todas las conductas y comportamientos tienen una raíz, unas motivaciones que las generan causando estabilidad o inestabilidad. Otras veces son ajenas a nuestra voluntad porque otros las originan, muchas veces de forma brusca, traumática.

La desaparición de la joven rumana es muy inquietante. Si huyese, intentaría comunicarse con alguien de su familia de sangre pero no es así sino que sus dos móviles permanecen misteriosamente apagados. Deber dinero en una cantidad de poco más de doce mil euros no es motivo para huir porque existen múltiples vías de arreglo. Además con una hija de ocho meses el cordón umbilical que se corta en la hora del parto prosigue emocionalmente constituyendo un motivo de lucha y de fuerza, de motivación ante los problemas. Nunca dejaría a su bebé con su pareja, se la llevaría. Acaso, a menudo la depresión post parto aumente, por irritabilidad, las discusiones de pareja.

Todo debe investigarse desde lo más íntimo y cercano a cualquier persona se haya fijado en ella y la haya agredido, o que alguien encargue a otra persona asustarla y la situación se haya descontrolado más allá de lo que se pretendía. En ocasiones ocurren situaciones que atentan contra la vida, buscadas o accidentales y, claro está, el que ha sido testigo lo negará ante una posible y supuesta implicación.

Las búsquedas en pantanos, caminos, con perros adiestrados, examinando minuciosamente el entorno donde la joven Dana Leonte vivía y realizaba su actividad diaria, la vivienda que compartía con su pareja, los vehículos, todo es susceptible de investigación. Llama poderosamente la atención la existencia de dos hogueras recientes cerca de la casa donde habitaba la pareja que hasta el momento carecen de explicación.

Es alarmante su desaparición y por ello la inspección exhaustiva no debe ceder sino proseguir de forma continuada sumando todas y cada una de las pistas, algunas despistarán pero otras nos llevarán con toda probabilidad a un final, a una resolución que esperamos que troque la angustia inicial en la alegría de una vuelta, la vuelta de una madre que abraza de nuevo a su niña, a su bebé.