Tres minutos desgarradores y devastadores. La cruda y dura realidad que estamos sufriendo, cae con todo su peso, sobre cada uno de nosotros. Ciento ochenta segundos de impotencia y melancolía. Un solemne silencio, capaz de comprimir en nuestra memoria, la injusticia de un último adiós, solitario y gélido. Familiares y amigos rotos de dolor se aferran al recuerdo como único consuelo. Toda la sociedad, junta y unida, clama al cielo y viste de luto su alma. Descansad en Paz.
En mis pensamientos, martillean constantes las cifras de fallecidos. Soy incapaz aún de asumir la desgracia que nos asola. Nuestras ventanas y nuestros balcones me devuelven cada tarde la esperanza. Multitud de héroes anónimos, en primera línea de batalla, luchando sin tregua en un panorama repleto de golpes y adversidades. Víctimas de las negligencias de muchos y las incompetencias de otros. Sufridores directos de la marcha de la generación más luchadora, comprometida y generosa que nos ha regalado la vida. Las garras de un virus que a diario golpea fuerte a los más vulnerables y los más necesitados, sin entender de circunstancias.

Nuestros mayores. Una leve brisa, peina traviesa las canas gris perla. Dulces sonrisas iluminan las comisuras de sus labios. Miradas sinceras, tan profundas como su propio recorrido existencial. Serenidad y sosiego. Agua de colonia fresca y limpia. Comprensión y bondad. Una alianza luce brillante en el dedo pulgar. El testimonio de toda una vida. Familia y unión. Nuestro mayor tesoro.
Fotografías en blanco y negro. Años y años de trabajo, esfuerzo y sacrificio. Conquistadores de derechos y libertades. Historia de España. Vidas anónimas ejemplares y con los valores por bandera. Emigrantes, buscadores de sueños, emprendedores, conquistadores, peregrinos…. Guardianes de lo justo y lo correcto. Convivencia y solidaridad. Malabaristas de carencias y necesidades. Manos sabias, manos tendidas. Historia de nuestros hogares. Nuestras abuelas y nuestros abuelos. Nuestros domingos. Nunca volveremos a tener una generación tan merecida de reconocimiento. Nunca nada volverá a ser igual.
Izquierdas y Derechas. Vuelve el ruinoso tambor de las ideologías. Retumbando en las conciencias de esos pocos que no merecen ser incluidos. Engullidos por la nefasta deriva política. Incapaces de paralizar momentáneamente el ensordecedor ruido político ¡Menudo espectáculo! Ni un lo siento. Ni un perdón. Ni un arrepentimiento. Ni tan siquiera un error.

¿De verdad, vais a ser incapaces de dirigiros a los millones de españoles a los que les habéis pedido su voto y colmado de halagos, una y otra vez, para disculparos, si es que acaso consideráis que en algo os habéis equivocado?
Me siento atrapada en un mundo en el que cada vez me cuesta más levantar la cabeza. Rodeada de excelentes compañeros, observó con orgullo y admiración, a tantos y tantos ciudadanos anónimos con más vocación de servicio público y sacrificio, que gran parte de la clase política de este país. Demasiados días avergonzándome y preguntándome, ¿qué hago aquí?
Tres minutos de silencio demoledores. Os prometo, que cuando todo esto pase, me sentaré en alguno de esos banquitos en los que soléis estar solos o acompañados, y os daré esas gracias infinitas que os merecéis. Mientras tanto, OS PIDO PERDÓN. Y deberemos reflexionar muy seriamente, ¿por qué teniendo todo lo material que podamos soñar, hemos sido incapaces de tener un respirador para salvar sus vidas?
#QUÉDATEENCASA