Aún no habíamos dejado de ser «los del IBEX», expresión que poco a poco va cayendo en desuso ante la evidente realidad de la ausencia de cualquier vínculo empresarial de Ciudadanos y mucho más con la gran empresa española, cuando casi sin darnos cuenta hemos pasado a ser «la veleta naranja», nuevo apodo que sin duda a los afiliados de Cs nos debería llenar de orgullo.
Ciudadanos es un partido que nació con dos objetivos principales, luchar política e ideológicamente contra el nacionalismo excluyente, fundamentalmente catalán y vasco pero que se ha ido extendiendo como una mancha de aceite a otras regiones españolas que propugnan la división cultural e incluso étnica entre familiares, amigos y vecinos de toda la vida, y superar el secular enfrentamiento entre rojos y azules en nuestra querida España.

Este segundo objetivo, la superación de las dos Españas que tantas tragedias y sinsabores ha generado en la reciente historia nacional, es el que ahora provoca que hayamos pasado a ser conocidos como «la veleta naranja». Puede que este mote nos lo haya sacado la extrema derecha, que tanto predicamento está alcanzando últimamente, pero también desde la izquierda se utiliza para criticar a Ciudadanos, en una especie de fuego cruzado que nos ha pillado en medio. Como ya no somos los del IBEX y la aparición de Vox deja claro que no somos nacionalistas españoles ni de extrema derecha, qué queda, pues la veleta naranja.
Lógicamente, el que sea rojo y no quiera ser nada más que rojo o el que sea azul y no esté dispuesto a ser otra cosa más que azul, difícilmente comprenderá que Cs no sea ni rojo ni azul, sino naranja. Sí, somos la veleta naranja, capaz de mirar a izquierda y a derecha, y de llegar a acuerdos políticos e incluso de gobierno tanto con la derecha como con la izquierda, y a mucha honra.

Los que nos critican por ser capaces de llegar a acuerdos con la izquierda moderada representada por el PSOE a la vez que con la derecha moderada del PP, tienen toda la razón, para qué vamos a negarlo. Si un elector deposita su voto y su confianza en Ciudadanos nunca sabrá si acabará en un pacto con la izquierda o con la derecha, cierto, pero eso es precisamente lo que convierte a Ciudadanos en la formación política más útil e integradora del arco político español.
Si un elector deposita su voto y su confianza en Ciudadanos, en cambio, puede tener la absoluta seguridad de que contribuirá a la centralidad política, a los planteamientos racionales y a una forma de hacer política desde el sentido común, más allá de ideologías y posturas irreconciliables superadas por la historia en pleno siglo XXI. Si un elector no concibe la política como un «o conmigo o contra mí», sino como la mejor manera de solucionar sus problemas y los de sus conciudadanos, sin duda la veleta naranja será su mejor opción.
En Ciudadanos creemos que sí, que ha llegado el momento histórico de superar el enfrentamiento entre las dos Españas y que existe una mayoría social en el centro político y sociológico capaz de inclinar la balanza hacia la centralidad, la racionalidad y la modernidad. Será la historia la que dirá si acertamos o nos equivocamos, no nuestros rivales políticos con pretendidas dotes predictivas.

Tampoco nos pasemos, que no vamos a apoyar ni al nacionalismo ni al populismo, porque al escuchar de boca de algunos dirigentes del PP, como Javier Maroto, indicar a la posibilidad de que sostengamos a Joan Ribó en el gobierno de Valencia una se pregunta en qué mundo vive este hombre o, peor aún, si se cree lo que dice. No sabemos si el próximo alcalde de Valencia será Fernando Giner, el que nos gustaría, Sandra Gómez del PSOE o Mª José Catalá del PP, torrentina a la que aprovechó para felicitar por su reciente candidatura, eso lo decidirán las urnas, pero tenga la absoluta seguridad Sr. Maroto de que haremos todo lo posible para que no sea ni de Compromís ni de Podemos ni de Vox.
No, ni nacionalismo ni populismo, gracias, el primero por dividir y el segundo por falsear.