La estrategia de la distensión

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Bastante harta de los analistas que extraen los datos electorales que les interesan para compararlos con otros diferentes en el tiempo, en el espacio o, lo que todavía es peor, de otro tipo de elección, y así sustentar la teoría que tenían previsto demostrar desde el principio, por descabellada que sea.

Este hartazgo también me parece detectarlo, quizás equivocadamente, en una buena parte de la ciudadanía, cansada de tanto enfrentamiento ideológico e identitario, aunque algunos dirigentes políticos parecen no haberse dado cuenta y siguen a lo suyo, que es la pelea en el barro. Menos que un pimiento morrón les importan a los ciudadanos las luchas intestinas, los puestos en las listas, los enfrentamientos internos o entre diferentes formaciones políticas, los sillones o los tresillos, las injusticias electorales, si es que existen, y en general todo lo que crean que no les afecta directamente, sobre todo ahora que parece que las cosas del comer van mejor.

Una, eterna aprendiz de todo y maestra de nada, sigue sin comprender cómo algunos políticos sobreviven cuando lo tienen todo en contra, como es el caso de Jorge Rodríguez, imputado ex presidente de la Diputación de Valencia que ha arrasado en su localidad y colindantes con su propia marca al ser expulsado del PSPV. Sí, parece buen chaval y amable en el trato personal, pero de buenos chavales hay cientos de miles de valencianos. Qué les das Jorge, qué les das, algún día me lo tienes que enseñar.

Me pregunto si con Jesús Ros en Torrent pasaría lo mismo…

Incluso, tras unos primeros momentos de impostada indignación y soflamas interesadas de pretendida dignidad, nada indica tampoco que los pactos conocidos como «antinatura» entre formaciones políticas que antes de las elecciones parecían como el agua y el aceite, imposibles de mezclar, deben necesariamente penalizar futuras expectativas electorales. Más concretamente, no creo que para Cs pactar con Vox, con el PSOE o hasta con los Comunes vaya a suponer ningún tipo de desgaste electoral en un futuro más o menos lejano.

Todo dependerá de los resultados de los hipotéticos gobiernos bicolor o incluso tricolor a los que seguramente nos vamos a ver abocados, a veces con unos y a veces con otros. Si se hace un buen trabajo y los intereses de la mayoría de los ciudadanos se ven favorecidos, con el paso del tiempo a nadie le importará de dónde viene cada uno de los intervinientes en el pacto de gobierno. Lo mismo pasa en el deporte, por ejemplo en el baloncesto, poco importa quién haya puesto o quitado a los jugadores o al entrenador, si ganan los partidos y al final son campeones.

Muy especialmente pongo por escrito estas reflexiones pensando en el posible pacto de gobierno que podría convertir a Mª Carmen Sánchez en alcaldesa de Alicante, entre muchos otros. Sí, adelante, no sólo en este caso sino en todos los demás, no porque me guste Mª Carmen, que me gusta muchísimo, sino porque la que tiene fe en sí misma y ganas de trabajar debe intentar gobernar a cualquier precio, o casi. Cualquier gobernante que con hechos más que con palabras se haga de querer, va a arrasar contra viento y marea. Y si no os he podido convencer u os habéis cansado de leer mucho antes del final, escuchad al menos las sabias palabras de Pedro J. Ramírez, que se expresa infinitamente mejor que yo:

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