Jaume primer tenia cent soldats…

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Se aproxima el 9 de octubre, el día de todos los valencianos. Una festividad que por desgracia para todos nosotros ha degenerado hasta límites sorprendentes. La celebración de la entrada de Jaume I en la ciudad de Valencia, liberándola del poder sarraceno, se ha convertido en una exaltación al insulto, la provocación e incluso la violencia.

Es una pena que no se estén cuidando nuestras costumbres y tradiciones. Es muy triste que se esté politizando cada celebración. Ya no nos queda ni el día en el que podamos salir a la calle con nuestra senyera a gritar orgullosos que somos valencianos sin que eso pueda generar un incidente con el vecino. Esto es lo que está sembrando el tripartito y lo que estamos recogiendo los valencianos.

La procesión cívica de la mañana cada vez se parece más a la fiesta del Cipotegato, en la que una columna de señores de traje y señoras muy arregladas se exponen a todo tipo de improperios por la ciudadanía exaltada tras la vallas. Ni en el fútbol se trata peor al árbitro y menos mal que no hemos copiado todavía la costumbre de la internacional fiesta de Tarazona de lanzar tomates. Estoy convencido de que ningún turista llegaría a interpretar que esos señores y señoras vilipendiados sin miramientos son las máximas autoridades de esta Comunitat.

Y qué decir de la saturada tarde de manifestaciones que tiene que sufrir el “cap i casal”, donde radicales y exaltados de uno y otro extremo político confluyen como en un ritual de apareamiento para intentar imperar como macho dominante de las calles. Un espectáculo lamentable que intentan esconder con eslóganes en los que incluyen bonitas palabras, mientras reivindican desobediencia, totalitarismo y unidad de pensamiento.

Pero a mí, ni unos ni otros, son capaces de estropearme el día de Sant Donís.

Un día especial, un día único, en el que, año tras año, me levanto con una sonrisa de oreja a oreja y voy corriendo a la pastelería a comprar la “mocaorà”. Pocas tradiciones me gustan más que esta. El día de Sant Donís mi orgullo de ser valenciano se acentúa más si cabe y me siento especialmente privilegiado de haber nacido en esta tierra de sol, luz, color, música, pólvora…y gente maravillosa.

Ser valenciano es algo tan grande que nadie lo puede monopolizar. Ni yo soy más valenciano que mi vecino ni nadie es más valenciano que yo. Disfrutemos juntos y con respeto de un sentimiento inigualable, porque cada uno podrá estar orgulloso de su tierra pero sólo nosotros de la nuestra.

El diputado valenciano Toni Subiela condenando la violencia en la tarde del 9 d’octubre en Valencia

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