Vaya por delante que no soy ni poeta, ni escritor, ni periodista, ni muchísimo menos lingüista. Seguro que de vez en cuando escribo o digo alguna barbaridad y reconozco que a estas alturas aún tengo algunas dudas con el “por qué” y el “porque” y todas sus opciones. Eso sí, tengo claro, creo, lo del “A ver” y el “Haber”. Procuro mejorar, leo cuanto puedo, pero creo que hablando se me entiende. –Observar que he dicho “se me” y no “me se”, algo es algo-.
Dicho todo lo anterior, pienso que cada vez se está haciendo más difícil comprender el discurso, a veces verborrea, de algunos políticos y comentaristas que quieren revestir sus intervenciones de una gran locuacidad y en muchas ocasiones no hay quien les entienda.
Se ponen de repente de moda expresiones o formas de hablar que en la mayoría de los casos no respetan ninguna norma lingüística pero que te llenan el discurso y quedan muy aparentes.
Un ejemplo claro es la insoportable utilización del “genérico”, y no me refiero al medicamento que dan con el seguro, me refiero al “todos y todas”, “compañeros y compañeras”, “funcionarios y funcionarias”, etc. Si algunos políticos prescindieran de estas reiteraciones en sus locuciones, quedarían reducidas a la mitad y quedaría en evidencia que han estado hablando una hora y no han dicho nada.
Salimos al rescate de ciertos conceptos, instrumentos o simples cosas y ya no se puede decir: rescatar, recuperar, recordar, rehabilitar, valorar. No!!! Ahora “hay que poner en valor”, expresión que por mucho que lo intento, aun no sé qué quiere decir, pero ahora es necesario que todo “sea puesto en valor”.
Las manifestaciones en la calle ya no son manifestaciones, son mareas. Las asambleas ya no son asambleas, son círculos. Las drogas ya no son drogas, son sustancias psicotrópicas o alucinógenas, la Coca Cola o la Mirinda, si es que aún existe, ya no son Coca Cola o Mirinda, son refrescos azucarados y los Tigretón, bollería industrial.
Llegamos a tal tergiversación que cuando ya no quieren nombrar a alguien por su nombre para que no se les relacione con ellos, si les preguntan por ellos contestan: “esa persona a la que usted se refiere”.
Sin entrar en polémicas académicas, si nos trasladamos a nuestra propia lengua, el valenciano, llevamos tiempo escuchando palabras que a mi abuela, que murió de 94 años, sin hablar prácticamente en castellano, le sonarían a chino.
Pero para mí la mejor es una que estoy oyendo últimamente sobre todo en lo que llaman la izquierda: Territorios!! “Lo han de decidir en los distintos territorios”, “…a falta de los resultados de los distintos territorios”. Ya no existe la provincia, la comunidad, la comarca, todo son Territorios!!!
Pues perdonen, pero a mí eso de los territorios me recuerda las películas de indios donde las trbus de los “distintos territorios” acudían a una asamblea, sentándose en “circulo” a decidir si atacaban al rostro pálido o no, y creo que no estamos como para ir “haciendo el indio”, dicho sin ningún animo de discriminación racial, sino como pura expresión popular.
No se es más culto por utilizar nuevos términos, ni se transmite mejor un mensaje por usarlos. La claridad y la utilidad de un mensaje esta en lo que se dice y la gente entiende, y hace ya algún tiempo que, por desgracia, cuando muchos políticos acaban un discurso quienes le han estado escuchando se miran entre si y se preguntan: ¿Qué ha dicho?