En la brecha, no en la huelga

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  • La idea de un día internacional de la mujer surgió a finales del siglo XIX en el caldo de cultivo de las postrimerías de la revolución industrial y supone reivindicar a la mujer como coartífice de la historia y reclamar la necesidad de luchar por participar en la sociedad en igualdad con el hombre en pleno siglo XXI.

El 8 de marzo de 1857 las trabajadoras de la compañía textil neoyorquina Lower East Side que eran mayoritariamente mujeres y recibían un sueldo entre un 60% y un 70% mas bajo que el de los hombres, convocan una marcha por la ciudad para exigir sus derechos que es brutalmente disuelta por la policía. El 25 de marzo de 1911 mas de un centenar de mujeres mueren quemadas en la Cotton Textil Factory, en Nueva York, porque fueron encerradas en el edificio que acabó en llamas mientras hacían una huelga para reclamar igualdad de derechos, reducción de jornada, posibilidad de unirse a los sindicatos y el cese de la explotación infantil.

El Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, el 19 de marzo de 1911 con mítines en los que además del derecho de voto y de ocupar cargos públicos, exigieron el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral. No es hasta 1975 que la ONU declara el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. En España se celebró por primera vez en 1936.

La única arma realmente efectiva, aunque sea a largo plazo, para luchar por la igualdad entre hombres y mujeres es la educación: educación académica y educación en la igualdad; y claro está, el apoyo de los poderes públicos. La igualdad de la mujer corre también pareja al desarrollo económico de la sociedad. En nuestro país la revolución industrial no despega bien hasta la aprobación de la Ley de Ferrocarriles en 1855 que permitiría el desarrollo de la industria textil catalana y la siderurgia del norte de España. Pero no es hasta una Real Orden de 1910 que se permitirá el libre acceso a la enseñanza superior a las mujeres.

La mayoría de las figuras femeninas mas influyentes del siglo XX son universitarias, como lo eran las mujeres que se enfrentaron en la tribuna del Congreso para defender y oponerse, respectivamente, a la ley que finalmente otorgó por primera vez el derecho al voto a las mujeres en España en 1931, que ya tenían, como es obvio, el sufragio pasivo. Como bien dijo entonces la diputada liberal Clara Campoamor al defender el derecho a voto para la mujer: “yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer”. Resulta paradójico que fuera una mujer socialista, Victoria Kent, con todo su grupo parlamentario, los que se opusieran mas férreamente anteponiendo sus intereses electorales a los derechos de la mujer, al considerar que el voto femenino seria un voto a la derecha influenciada por sus maridos y la iglesia.

La educación en el seno de las familias, sean de tipo que sean, es también un pilar importante para el avance en la igualdad. Es ahí donde los padres tenemos en nuestras manos la posibilidad de educar igualitariamente a nuestros hijos e hijas, para que cuando sean adultos y se incorporen plenamente a la sociedad la igualdad entre ambos deje de ser una lucha, un fin, y pase a formar parte de la normalidad.

No avanzamos la retorciendo torticeramente el lenguaje hasta llegar al absurdo o haciendo huelgas “políticas” que dividen a las mujeres. Sí lo hacemos promoviendo normas que ayuden a derribar cualquier “brecha” entre hombres y mujeres. Pero sobretodo no avanzamos si, como hizo el Presidente del Gobierno en una entrevista pedimos que “no entremos ahora en eso” porque es algo que “no compete al gobierno” cuando la brecha salarial en España ronda el 23%… Compete y mucho a todos los poderes públicos desde su ámbito de actuación promover las condiciones necesarias para hacer efectiva la igualdad entre hombres y mujeres y sobre todo compete, cuando menos, mostrarse abiertamente favorable. También sería aconsejable que no se inventaran divisiones inexistentes en la lucha de la mujer, movidas por un pretendido rédito político que hace flaco favor a la digna lucha por la igualdad.

Diferentes salarios para un mismo puesto, escasez de mujeres en los puestos directivos de las grandes empresas, pocas en los órganos de poder, mutilaciones a mujeres o necesidad de autorización varonil para actos cotidianos en algunas culturas y un largo etcétera de razones son las que existen para seguir celebrando el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer con un único objetivo: que desaparezca la necesidad de celebrarlo.

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