Llevamos una primavera y lo que va de verano políticamente de lo más convulsos. O tal vez sea solo una impresión que nos creamos nosotros mismos por el bombardeo informativo y la transcendencia que se le pretende dar a cosas o hechos que al final resultan ser intranscendentes.
Entre otras muchas cosas, en este tiempo hemos sufrido un cambio de gobierno y recientemente un cambio en el liderazgo, por decirlo de algún modo, en uno de los pilares del bipartidismo. Visto así, estos dos hechos supondrían un auténtico terremoto en la vida política y social de cualquier país. Si damos dos pasos atrás y cogemos un poco de distancia, piensas qué ha cambiado, y llegas a la conclusión de que no ha cambiado nada. Mano de pintura en un coche con los bajos podridos por la herrumbre.
El “Gatopardismo”, la necesidad de cambiarlo todo para que nada cambie a la que alude D. Tancredi en la novela de Giuseppe di Lampedusa, El Gatopardo, se ha instalado en la vida política y en la estrategia del bipartidismo y está haciendo que los últimos acontecimientos parezcan, y los vendan, como grandes revoluciones, cuando en realidad lo que deberían de asumir como ideario es la canción de Julio Iglesias de hace 50 años, La vida sigue igual.
Pretenden vendernos que la moción de censura que propició el cambio de gobierno hace casi dos meses ha supuesto un cambio en la política española y en el bien estar de la sociedad. O mis gafas están muy sucias o me falla la graduación, pero yo no veo el tan cacareado cambio por ningún sitio.
Continuamos teniendo un gobierno débil en manos de los nacionalistas, incapaz de aplicar ninguna de las medidas que consideraban urgentes, enredando como pueden para conseguir el control de los medios públicos, y no públicos, de comunicación sin ser capaces de ello, viviendo de la foto y el titular diario, pero sin poder ahondar más por su propia debilidad, de lo que, en tan pocos días, ya hay más que pruebas evidentes que lo demuestran.
RTVE, descabezada y funcionando como pollo sin cabeza por falta de acuerdo y temor a no tener el control, Franco con las maletas hechas pero esperando a ver cuándo emprende viaje como si hubiese huelga de controladores, el acertado, necesario y solidario rescate del Aquarius, convertido en grandes titulares pero que no deja de ser un episodio más de la tragedia que a diario vive el Mediterráneo y que día a día vemos con la llegada de miles de personas (ahora toca decir “migrantes”) en las mismas o peores condiciones que los del Aquarius pero con menor repercusión. Y sigue, y sigue,…
La rancia utilización de los medios públicos para publicidad propia, es la muestra de la única herramienta que tienen; carrerita por la Moncloa, la hiperactividad ejecutiva con gafas de sol en el jet, las manos de manicura o lo “novedoso” de un Presidente del Gobierno acudiendo, como todos los años, a un festival de prestigio, pero esta vez con un viaje, llamémoslo un poco peculiar con aterrizaje en el aeropuerto que el “inolvidable” Carlos Fabra construyó para las personas, son muestra más que evidente de lo que hay.
Nada nuevo, nada.
Pero si en el gobierno de la nación seguimos en lo mismo, el principal problema que tenemos, que es el secesionismo catalán, continua su hoja de ruta y el nuevo gobierno, como el anterior, parece que tampoco sabe cómo afrontarlo, eso sí, el actual con mejor talante (léase la ironía, tan difícil de expresar al escribir). Como decía, si en el gobierno seguimos igual que estábamos, más de lo mismo, en el ahora partido de la oposición, o mejor dicho en el otro partido del dueto, no es que hayan cambiado mucho las cosas.
¿Cómo que no han cambiado las cosas?, si ya no está Rajoy y hay nuevo presidente!!!. Y qué.
“No hay perdedores, no vamos a preguntar a quien se ha votado, vamos a integrar a todos, unidad, somos todos una piña,….” Y con el remate final de “tenemos que fijar nuestro objetivo en las próximas elecciones”. Eso sí, centrados en las próximas elecciones, siempre que los números les salgan.
Es tal la renovación que se va a producir, y vuélvase a leer la ironía, que las tres primeras reuniones que ha mantenido o va mantener el nuevo presidente popular, el desconocido por su juventud Pablo Casado, van a ser con Rajoy, Aznar y Soraya. De ahí saldrán los consejos de renovación. #Matamécamión, como se diría en Twitter.
Lo siento mucho, pero mientras no vea en uno y otro lado a alguien haciendo declaraciones y tenga que preguntar: ¿este quién es? o ¿esta quién es?, no tendré ninguna confianza el tan cacareado cambio que dicen que se ha producido o se va a producir. No pueden ser cambio, no son alternativas, quieren ser únicamente, alternancia.
Escondamos por unos años la magnífica obra de Lampedusa en lo más alto de la librería y después saquémosla como lectura veraniega, nunca para aplicarnos el cuento.