Dos años de máster intensivo (o a la fuerza ahorcan)

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1928

Entrar en política activa, sin ninguna experiencia, en un partido nuevo, donde yo tenía todo por aprender y el partido, prácticamente, todo por hacer, tiene su parte de encanto por lo que supone de ilusión, pero tiene una dosis de temeridad enorme.

Si a esto le sumamos el hacerlo en política local, en una población relativamente pequeña, (La Nucia, 20.000 habitantes) y feudo, desde hace más de 20 años, de mayorías absolutas del PP, ya pasa de la temeridad a la locura, a la fantasía, al idealismo puro y duro, rozando la insensatez.

No me arrepiento. Para quienes no tenemos una formación o experiencia política previa, pero si cierto interés por ella, no puede haber mejor forma de iniciarse y aprender que esta. Si sobrevives a esto, estás enganchado a la política de por vida.

Ejercer en política creo que debe ser algo temporal y llegar a este ejercicio por gusto, porque piensas que puedes aportar algo, porque te apetece, porque te llama y sientes esa necesidad. Detesto la frasecita de la “vocación de servicio”. El simple hecho de hacer algo que te gusta y encima puede ser útil para los demás ya es suficiente. Dejemos las vocaciones para otros temas más “serios”.

Llegar a la política virgen y mantenerte así, sin haber necesitado de ella y teniendo donde volver, tiene muchísimas ventajas. Te permite decir “hasta luego” cuando te canses, cuando veas que no puedes aportar nada, o simplemente cuando ya no aguantes más.

No me gusta el “profesional de la política”, aquel que no ha hecho en su vida otra cosa que vivir de la política a costa de hacer lo que sea, cambiar de criterios, de ideales, siendo capaz de pasar por encima de quien sea con el fin de mantenerse. Otra cosa es el ”político profesional”, preparado y formado para la política. Creo que un político que ejerce la política como única dedicación por un tiempo determinado, debe estar pagado, incluso creo que bien pagado, la política bien ejercida requiere mucho tiempo, asumir muchas responsabilidades y lleva implícitos muchos sin sabores.

Debemos llegar a lo público vírgenes en política, creo que es bueno, con una formación y experiencia vital, con una vida ya hecha, y digo hecha que no resuelta. Solo tienen la vida resuelta los muertos. Una vida hecha es haber conocido lo que es la vida, haber pasado por unos estudios, por una nómina, haber sido o ser empresario, haberte caído y haberte levantado, ser autónomo, pasar una crisis, y otra, y otra y una vez conocido todo esto, entonces decir: voy a hacer política, pero tengo que aprender y entonces empezar en la academia más dura de la política, la política municipal.

Los concejales de pueblo, y lo digo orgulloso y encantado de serlo, me recuerdan a la Infantería de los antiguos ejércitos cuando llegaban al frente a pecho descubierto a batirse en el cuerpo a cuerpo, el cara a cara y en el caso de la política con gente que conoces de toda la vida o incluso es familia. Auténticos héroes. Eso curte y como dice el refrán “lo que no te mata te hace más fuerte”.

Se han cumplido recientemente 2 años de las pasadas elecciones locales. La experiencia personal no puede ser más positiva, más de uno al leer esto pensará: este tío está loco. Cobras 100 euros al mes, el mes que llegas a esa cantidad, pero a cambio aprendes a aguantar, a intentar dialogar, a conocer miserias humanas que a pesar de traer “hecha” una vida, ni imaginabas que existían y se podía llegar a ellas, etc. Pero también aprendes lo que es la vida municipal, lo importante que es participar de ella, el contacto más directo con tus vecinos, las nuevas amistades que descubres y, por qué no, las enemistades, odios, intereses y envidias que desconocías.

Después de esto, las batallitas en prensa y redes, por simples egos, de gente con “otra forma” de participar en política, y no precisamente de forma altruista, te producen en ocasiones risa, pero siempre muchísima tristeza y decepción.

No debe de ser muy bueno para la salud el estar en esto mucho tiempo. Esto no quiere decir que la carrera política, de quien realmente valga, tenga que ser muy corta, pero si limitada. Pero antes de aspirar a más hay que aprender y no hay mejor universidad para ello que la política municipal. A partir de aquí, el que realmente esté dispuesto y preparado que continúe hacia arriba, pero para mí en política, y espero que no se enfade nadie, no hay nada más digno y donde se aprenda más que siendo un concejal de pueblo, y más aún, como es mi caso, siendo concejal de pueblo y en la oposición. Chocar una y otra vez contra un muro y volver a intentarlo una y otra vez, te enseña más que mil sesiones intensivas de “coaching”.

Decía Oscar Wilde que “experiencia es la forma en la que nombramos a nuestros errores”. Puedo decir que en política municipal a base de equivocarte se pierde la inocencia, pero también la ignorancia y se coge la experiencia imprescindible para ocupar cualquier otro cargo.

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