Consternación, coraje y condescendencia

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Sentimientos de dolor, pena, abatimiento y desconsuelo nos produjeron las primeras noticias sobre el atentado en Barcelona, sucedidas por el segundo acto terrorista en Cambrils. Nos habían vuelto a dar donde más nos duele.

Irritación, ira, esfuerzo de ánimo y valor, fue lo que pudimos observar en las personas que se habían visto involucradas en los salvajes atentados terroristas, lo mismo que las reacciones mayoritarias en las redes sociales, a través de las cuales seguimos al segundo el devenir de los trágicos sucesos en Cataluña. Héroes anónimos y pequeños gestos, probablemente inútiles en lo físico pero indispensables en lo anímico.

Comprensión, cintura y remisión con las reacciones violentas, con las salidas de tono, con los comentarios racistas, con las conclusiones fatuas, con las malinterpretaciones intencionadas, con los errores administrativos y policiales, con los abusos de protagonismo y con las peleas absurdas a puñetazo limpio, que de todo ha habido. A los únicos que no perdonamos ni olvidamos es a los terroristas.

Esta tragedia humana en forma de atentado terrorista ha caído como un meteorito sobre la disputa nacionalista entre España y Cataluña, o más bien entre ciertos sectores políticos de ambos bandos, restándole relevancia y descubriendo su artificialidad. Con la importancia que tienen algunas cuestiones, como la protección frente a los despiadados ataques terroristas, parece mentira que nos estemos peleando por un quítame allá esas pajas.

Por eso espero que todavía quede una oportunidad para evitar el enfrentamiento directo a primeros de octubre por unas cuestiones de lo más secundarias, considerando las terribles horas que hemos vivido. Muchos independentistas decían en las redes «ja som un estat»… pues claro, reconoced y apreciad que tenéis una libertad y una autonomía dentro de España y de Europa que para sí querrían otros, lo mismo que otros podríamos reconocer que sin Barcelona y sin Cataluña integradas, formando parte de nuestro ser, no podríamos vivir.

¿Y si un día un meteorito amenazase la Humanidad seguiríamos peleándonos?

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