Carbón para todos, menos para Ciudadanos

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Recién iniciado el camino de vuelta a Oriente, sin apenas haber descansado tras un fin de semana hiperactivo, trepidante y mágico, repartiendo a raudales ilusión infantil tan añorada por muchos, a pesar del paso del tiempo y de que la mayoría decimos que nos hemos portado bien, siempre hay alguien que ha recibido carbón de los Reyes Magos, por portarse mal.

Los políticos, en general, han recibido carbón a troche y moche. Los que más, esos que intentan politizar lo más sagrado que tiene una sociedad: la ilusión y la inocencia de los más pequeños, a base de cabalgatas paralelas de Reinas Magas republicanas o cabalgatas con lacitos amarillos y discursitos indepes, que los niños y sus padres, no tienen porque soportar. Algo deleznable. Dicho esto, que si no lo digo reviento, en primer lugar vamos a repartir el carbón a los Partidos más importantes de este país.

A los peperos, el carbón les ha puesto más nerviosos que nunca. Están asfixiados por la corrupción, siguen anclados en un poder que aún creen absoluto, pero que observan como se está diluyendo, cual azucarillo, en un zumo de naranja. Su discurso cada vez es más caduco y trasnochado, falto de frescura, con muy poco poder de convicción, reaccionando tarde y mal ante problemas esenciales y con el runrún de los tambores de guerra internos, redoblando. La digestión de la debacle electoral en Cataluña les hace pedir Almax a gritos y andan todos a empujones buscando una farmacia de guardia. Un futuro nada prometedor les espera.

En cuanto al PSOE, qué queréis que os diga; más que carbón, pintan bastos en su horizonte. Pedro Sánchez, en su día, dimitió como diputado de una forma que le honra, pero sin opción a retractarse. A pesar de que resurgió de sus cenizas, contra todo pronóstico, la factura que está pagando, tanto él como su Partido, es muy elevada, pues su visibilidad social está muy mermada sin el altavoz del Congreso y le toca hacer mucha política a base de tuits, de forma obligada, a diferencia de otros y, como Partido, siguen sin levantar cabeza.

Por si esto fuera poco, tiene de uñas a la mitad de su Partido, con lo cual los mimbres para poder ser Presidente del Gobierno, son prácticamente inexistentes. Esos votos -vitales en su día, para que ganaran las elecciones los ex presidentes Felipe y Zapatero- del cinturón rojo barcelonés, se han anaranjado, lo cual supone un lastre muy importante para sumar a los que el PSOE sacaba, hasta ahora, del granero andaluz, máxime con el handicap de que comienza ya la recta final para el «visto para sentencia» de su famoso juicio de los ERE, con lo que el rojo andaluz de toda la vida, se les puede volver naranja, como en Cataluña. Esto mismo le puede pasar, como por decantación, en casi todas las autonomías, como Extremadura, Castilla, Aragón, Comunidad Valenciana, Baleares, Asturias, Cantabria, Canarias… negro como el carbón pintan los augurios presidencialistas de Pedro Sánchez.

A la formación morada, los Reyes Magos les traen mucho carbón tras el batacazo de los Comunes, su confluencia en Cataluña, en las últimas elecciones al Parlament, que les hace ir de capa caída. Han enseñado la patita y se les ha visto hasta el rabo. La percepción social que se tiene de ellos, es que son un grupo de revoltosos que no proponen nada útil para las clases populares de este país, y que andan divididos en subgrupos: comunistas, anarcos, asambleistas, anticapitalistas, anti-sistema, anti-hipoteca, anti-cocacola, anti-Constitución del 78… anti-todo y claro, «de forment, ni un grá».

Encima, a la poca materia gris que tienen en sus filas,- véase Errejon y Bescansa – Pablo e Irene, en plan soviético, los envían al Gulag del ostracismo y la indiferencia, para regocijo de sus contrincantes políticos. Todo un acierto. Un futuro irrelevante les espera, como al carbón con las energías renovables.

Los regalos de los Reyes Magos vienen, este año, envueltos en papel de celofán naranja. Ciudadanos, tras el éxito electoral histórico en Cataluña, ya puede proclamar a los cuatro vientos, que ha ganado unas elecciones de forma rotunda e incontestable pero, como todo parece indicar, con un sabor agridulce, por culpa de los nefastos resultados de PP y PSOE, sus posibles socios de gobierno constitucionalista. De todas formas, hoy por hoy, aún hay que esperar, pues de más verdes han madurado; los indepes estan muy a la greña y mosqueados entre ellos y cualquier cosa puede pasar, hasta  una «repetición de la jugada». De momento, a Ciudadanos, «que les quiten lo bailao».

Esta marea de votos naranja que ha impregnado Cataluña, por pura y simple inercia, casi por necesidad, se va a ir extendiendo por toda España de manera imparable, pues los votantes españoles han demostrado, con creces, que son muy sabios, aunque no lo parezca. Estaremos atentos al próximo CIS, a ver si se produce otro ZAS de Ciudadanos. Si este Partido sabe gestionar bien los tiempos y sabe administrar con buen tino el aluvión de afiliados y simpatizantes que se le vendrá encima, de forma directamente proporcional al aumento de las expectativas de voto, los objetivos que recientemente ha marcado la cúpula de la formación naranja de ganar en las principales ciudades españolas en las municipales de 2019, tiene muchos visos de convertirse en realidad.

Conseguir esos objetivos para Ciudadanos, sólo va a depender de seguir, a pies juntillas, la exitosa senda liberal trazada en su IV Asamblea celebrada en Coslada hace un año, y de no cometer fallos estrepitosos, de no instalarse en la euforia o en la autocomplacencia, y saber trasladar a toda la sociedad, un trabajo ejemplar y bien hecho en las Instituciones, acompañado del trabajo del día a día, por parte de sus cargos orgánicos y de sus bases a pie de calle, divulgando el ideario y el proyecto Ciudadano, por cada rincón de este país.

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